El futuro integral del cine y la TV – SATSAID
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El futuro integral del cine y la TV

El futuro integral del cine y la TV

Durante esta semana, las noticias más importantes en el campo de los medios y del entretenimiento vinieron por parte de Netflix. En primer lugar, como informamos, la firma no renovará su pacto de distribución con Epix, distribuidora que integra a MGM, Paramount y Lionsgate y que proveerá hasta fines de este mes de filmes de alto perfil (entre ellos, Los Juegos del Hambre, cuyo último capítulo, a estrenarse en noviembre, quedará entonces fuera de la firma de SVOD). La otra, es la entrevista que el CEO de la empresa, Teda Sarandí, brindó a Variety en ocasión del próximo estreno global day-and-date (esto es, al mismo tiempo en salas cinematográficas y en la interfaz de Netflix) de la película de Cary Fukunaga Beasts of no nation, por la cual la firma pagó u$s12 millones y cuyos derechos exclusivos posee.

En esa entrevista habló, también, de cómo el próximo filme de Adam Sandler, la parodia de western Ridiculous Six (que había generado polémicas por la manera como en el trailer se veía a los indios), que tendrá lanzamiento solo en Netflix porque los cines no quisieron distribuirla.

Pero lo más importante de estas noticias es menos lo que implica para la firma sino para qué lado irá el negocio audiovisual. La clave está en una de las respuestas de Sarandí.

Consultado respecto de si le importaba cuánta gente iría a ver Beasts… en salas, respondió que no, que eso era lo menos importante porque el negocio de la firma no pasaba por los cines. “El único negocio de Netflix es la venta de abonos de Netflix”, dijo. Sin embargo, el filme también se estrena en pantalla grande.

“No podemos negarle a una parte del público que la vea en salas. La película fue creada para ser proyectada en una gran pantalla y con una audiencia en vivo. Pero no podemos ser hipócritas: si uno le pregunta a los cineastas respecto de qué películas influyeron en su carrera, seguramente mencionen clásicos que han visto en VHS o DVD, incluso Fukunaga, porque acceden a las películas viéndolas en su propio hogar. Es lo que la mayoría de las personas hace hoy, aunque también vaya a los cines”.

Lo que hay detrás de estas palabras es lo que realmente importa: el cambio en las ventanas de exhibición (Sarandí propugna, además, que éstas se reduzcan hasta hacerse directamente inexistentes). Es decir, que –como ya lo había propuesto Jeff Katzenberg, CEO de DreamWorks Animation en 2014– el espectador pueda elegir, desde el mismo momento en que una película es lanzada, en qué plataforma desea verla. Si en pantalla grande, en video on demand hogareño o incluso en aplicaciones para celulares o tablets.

Katzenberg proponía pagos diferentes por formatos diferentes (la experiencia en salas sería más cara; la visión en celulares, más barata). Si esto progresa, y con las iniciativas de Netflix parece que no habrá vuelta atrás, sucederán varias cosas.

La primera, que el negocio de la exhibición en salas se concentrará cada vez más en grandes espectáculos de público amplio. Decir que el cine se volverá más infantil –o al menos cada vez más orientado a un público familiar– no es descabellado; también que se desarrollarán cada vez más como estándar el 3D y la pantalla gigante.

Lo que deja fuera del camino a la mayor parte de las películas que se producen hoy. Las que pasarán a formar parte, pues, de los paquetes de SVOD y la televisión digital en general. El acceso a las películas será, cada vez, menos comunitario que individual.

Pero, al mismo tiempo, los operadores principales de SVOD tenderán a dos negocios. El primero, la producción de contenido propio (en ese sentido van los deals firmados por Netflix con Adam Sandler o Brad Pitt en los últimos meses para coproducir películas de perfil alto); el segundo, adosado, la exclusividad. La exclusividad es central: implica que cada marca de streaming funcione como una marca, y que promocione sus propios contenidos (la exhibición en sala, simultánea y limitada, funciona en estos casos como una estrategia de marketing y posicionamiento).

Quien quiera ver “todo”, deberá abonarse a “todas” las marcas; quien quiera sólo acceder a un contenido individual de tal o cual firma, lo hará en la ventana reducida en salas. No es el mejor modelo del mundo en la medida en que esos contenidos no se licencien de manera más amplia (algo que sí sucedería después de cierto tiempo, con lo cual se vuelve a las ventanas tradicionales, sólo que llevadas exclusivamente a la TV). Y es probable que eso recrudezca la piratería, justo aquello que modelos como el de Netflix ayudaban a aminorar. Un modelo de exclusividades, cuando no hay seguridad para los archivos digitales que valga, lleva todo a la situación de origen: que el usuario busque por cualquier camino la posibilidad de acceder al contenido sin tener que atarse a un abono por algo que no desea. Tal es el peligro de los negocios que hoy se desarrollan; y el futuro, prometedor, no carece de nubes.

Fuente: BAE

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