Aunque no hay datos precisos, se cree que el 95 por ciento del cine mudo argentino y la mitad del sonoro se perdieron para siempre. Víctima de la falta de una política estatal de preservación, gran parte de la cinematografía argentina desapareció y otra apenas sobrevive en malas condiciones. Esa historia de desidia llega hoy a su fin.
Sesenta años después de que fue expresada la necesidad de su existencia en la ley de cine de 1957 y dieciocho luego de que se promulgó una ley que ordenaba su creación, la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain) inaugura hoy su primer hogar y comienza sus actividades con un curso de preservación y restauración fílmica dictado por especialistas de la Cineteca di Bologna y L’Immagine Ritrovata, con colaboración de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF).
Dos días antes de su presentación oficial, LA NACION recorrió el predio ubicado en Olivos, que comprende varios edificios, donde hasta el año último funcionaba el laboratorio fílmico de Cinecolor, que donó todo su equipamiento técnico a la Cinain. Allí los especialistas que vinieron de Europa para ofrecer el curso estaban preparando las diez salas en donde se llevarán a cabo las clases prácticas, en las que se enseñan las distintas etapas del proceso de preservación y restauración, que incluyen identificar el material, limpiarlo, escanearlo para digitalizarlo y hacer la corrección de color posterior.
Una de esas salas está ocupada por la truca, una enorme máquina que es esencial para la restauración, de las cuales quedan muy pocas en funcionamiento.
Fernando Madedo, delegado organizador de la Cinain, es el orgulloso guía en el paseo por la flamante sede y señala que el laboratorio con el que ahora cuenta la Cinemateca es uno de los mejores de América latina. Su entusiasmo también se extiende al curso de seis días que comienza hoy, con 50 participantes que fueron elegidos de entre 300 inscriptos, provenientes de distintas instituciones y archivos latinoamericanos, de los cuales la mitad son argentinos que fueron becados por el Incaa.
La formación de profesionales del área de restauración y preservación es un primer paso necesario para comenzar la organización de la Cinain. En la Argentina, que hasta ahora no tenía un organismo estatal que se ocupara del cuidado del patrimonio audiovisual, hay muy pocas personas con los saberes específicos para esta tarea.
“Desde ahora hay un programa nacional, algo que no existió nunca, para preservar el cine, que tiene que articular los esfuerzos que vienen realizando instituciones públicas como el Archivo General de la Nación, el Archivo Histórico de Canal 7, la Biblioteca Nacional, el Museo del Cine de Buenos Aires, entre otros -explica Madedo-. Después hay instituciones privadas, como la Fundación Cinemateca Argentina, con las que estamos trabajando, específicamente con Marcela Cassinelli. También está la Filmoteca Buenos Aires, de Fernando Martín Peña, y hay otros coleccionistas privados que incluso ya se han acercado para poner a disposición sus materiales. Esos acervos también son importantes. Con todos ellos nos estamos sentando a la mesa, porque una buena práctica es tener diálogo”.
Además de trabajar junto con quienes se ocuparon de preservar el patrimonio audiovisual mientras el Estado no se hacía cargo, el delegado organizador tiene la tarea de lograr que se conformen el consejo asesor y el directorio que tomarán las decisiones dentro de la Cinain, que es un ente autónomo y autárquico, es decir que elige a sus autoridades y maneja sus propios fondos, previstos por la ley como correspondientes al 10 por ciento del presupuesto del Incaa.
La gran urgencia de la Cinemateca es detener el deterioro del material, para lo cual se necesita crear espacios de conservación que cumplan con ciertas normas específicas. “Pasaron los años y discutimos mil veces detalles sobre cómo tiene que ser la Cinemateca -dice Madedo-. Cuando me
nombraron, con el Ministerio de Cultura y el Incaa nos pusimos un plazo de seis meses para tener las primeras acciones con respecto al funcionamiento: el llamado a formar el consejo asesor y tener un espacio físico. Ahora la próxima etapa es avanzar con el proceso de construir las bóvedas de conservación que respondan a los estándares internacionales (diversas normas y las recomendaciones de la FIAF), algo que no hay en nuestro país. Cada tipo de material tiene que ser guardado a determinadas temperatura y humedad. Tenemos los materiales muy deteriorados. Tampoco se trata de guardar el material y ya está. La Cinemateca tiene que sacar los materiales una vez al año, ventilarlos. El material es orgánico y se deteriora. Tenemos que frenar eso. Se van a seguir deteriorando, pero si están guardados en condiciones se pueden conservan por 500 años. Quizás en 500 años hay que pasarlos a otro soporte. Amo el cine y no puedo tolerar estar discutiendo si la Cinemateca tiene que ser esto o lo otro mientras las películas se están perdiendo todos los días”.
En forma paralela al proceso de organizar la institución, el próximo paso en el crecimiento de la Cinain será la construcción de las bóvedas de conservación. “Al ser un edificio que estructuralmente sirve para guardar el material, lo que hay que hacer es revestirlo, o sea, adecuar espacios para tener bóvedas separadas (cada tipo de material fílmico necesita su espacio propio). Tiene que tener un sistema de ventilación y también protección contra incendios, que tiene que ser en seco porque si no se arruinan las películas. No pueden variar mucho la temperatura ni la humedad, que no tiene que ser de más del 50 por ciento. Vamos a necesitar el asesoramiento de instituciones de afuera que ya construyeron sus bóvedas”.
La situación apremiante obliga a concentrar los esfuerzos en salvar el material y dejar para una etapa posterior la función de la Cinemateca como espacio de exhibición, tal como está contemplado en la ley. “La parte de exhibición todavía no se va a abrir al público porque hay un trabajo anterior que aún no está hecho -explica Madedo-. Hay una voluntad del Ministerio de Cultura y del Incaa, en especial de Alejandro Cacetta (su presidente), a quien quiero destacar porque le dio un impulso enorme a armar esto, y se ha destinado presupuesto del Incaa para poner en funcionamiento el organismo en esta primera etapa.”
El delegado agrega que lo importante hacia el futuro es saber qué material tiene la Argentina y en qué estado está. “Se tienen que tomar decisiones sobre las copias que hay que hacer, qué hay que salvar ya mismo, y esas decisiones tienen que tomarse rápido porque las películas se siguen perdiendo”.
En cuanto a asegurar la conservación de las películas que se están produciendo en la actualidad, Madedo indica que el instrumento más importante de la preservación es el depósito legal que está previsto en la ley de cine. “A partir de ahora se piden un soporte de exhibición y uno de preservación. Había problemas con esto porque no estaba bien regulado el tema de la copia de exhibición que se pedía”, dice el delegado sobre la necesidad de tener un protocolo para que se guarden copias de cada film realizado en el país.
Al momento de reflexionar sobre por qué se llegó a esta situación de pérdida tan grande, Madedo sugiere una respuesta posible: “Creo que tiene que ver con una cuestión de idiosincrasia de la Argentina; todo lo que construimos lo terminamos destruyendo”. Con la Cinemateca en pleno funcionamiento, la preservación del patrimonio audiovisual argentino dejará de estar relegada.
FUENTE: La Nación