“Tenemos que hacer Arlt”, dijo Ricardo Piglia sin medir el eco de su anhelo. La invitación la lanzó a mediados de 2013 en el café de la Biblioteca Nacional. Al cabo de varias mesas compartidas con los productores artísticos de Borges por Piglia (el ciclo que la TV Pública emitió ese año) y Ximena Talento y María Pía López, del Museo del Libro y, cuando sus ocupaciones se lo permitieron, también se sentaba Horacio González, surgió una inquietud que todos reconocieron al hablar del panorama televisivo local.
“El pensamiento común en esas charlas adonde se amasó el proyecto fue la compartida desazón por los contenidos televisivos sumado a la certeza que semejante indigencia no es un destino necesario de este medio”, detalla Alejandro Montalbán de Nombre Producciones Audivusuales. “Nos parecía y nos parece que la literatura puede ser una vía para renovar el indigente lenguaje televisivo.”
Surgieron entonces comparaciones con la narrativa presentada por series como The Wire, Breaking Bad, Los Soprano. “Ese tipo de series se acercan mucho a la literatura”, define Montalbán. “Antes te encerrabas un fin de semana para leerte ochenta páginas de una novela y ahora te ves varios episodios de una serie que esté bien narrada. Creo que se parecen esas experiencias aunque prefiero la literaria”, concluye al recordar el origen del impulso que dio paso al trabajo concreto.
“Tenemos que hacer una historia local, hagamos Los 7 locos”, entusiasmó Piglia al fervor arltiano y unos meses más tarde y unos cuantos después, el grupo se trasladó a la oficina del escritor y crítico literario para iniciar los lineamientos de la adaptación de la obra de Roberto Arlt. “Con ese grupo hicimos la adaptación conceptual, definimos la línea y le bajamos un marco conceptual a Leonel D’Agostino que empezó a traer escaletas de guiones.”
A medida que el proyecto avanzó se sumó más gente al equipo. La idea encontró apoyo y espacio en la TV Pública, llegaron luego Fernando Spiner y Ana Piterbarg, convocados como directores y también el historiador Javier Trímboli que aportó lo necesario para poder recrear el contexto de la época en que se desarrolla la historia y sobre los vínculos de los radicales yrigoyenistas y los anarquistas.
La propuesta que se verá este año sigue muy de cerca la novela, sus personajes y la trama. Pero el paso al relato televisivo introduce un personaje que en el libro solo aparece con notas al pie de página. En la serie, el comentador (interpretado por Daniel Hendler) convive con los otros personajes. Se trata de un periodista que encuentra la posibilidad de una gran nota a partir de investigar a la sociedad secreta liderada por el astrólogo (Carlos Belloso).
La voz introspectiva de Remo Erdosain (Diego Velázquez) aparecerá en off, y sus viajes en tren fueron recreados de una manera muy original que combina material filmado con imágenes de archivo de los ’30. Se verá a Erdosain viajando en el interior de un tren en color pero por la ventana pasan imágenes históricas en blanco y negro de sitios reales.
El casting de actores suma a Daniel Fanego como El rufián melancólico; a Fabio Alberti en su primer rol dramático interpretando a Ergueta; Pompeyo Audivert como el buscador de oro; Claudio Rissi como el Mayor; Martín Slipak es el Abogado; Marcelo Subiotto, el hombre que vio a la partera. Pablo Cedrón es Barsut; Belén Blanco, Elsa; Julieta Zylberberg, Hipólita; Luis Ziembrowski, el jefe de redacción; Leonor Manso, Doña Ignacia y Moro Anghileri, Aurora.
Según cuentan los responsables del proyecto, uno de los desafíos más grandes fue recrear en exteriores los lugares por donde se mueven los personajes. La farmacia de Ergueta de la obra literaria se ubica en Monroe y Freire del mapa actual de la Ciudad de Buenos Aires. La casa de Erdosain, la pensión de Barsut, la casa del comentador y el prostíbulo de Haffner se construyeron en los estudios de la TV Pública. La producción de vestuario está a cargo de Ana Markarian.
La quinta del astrólogo que Arlt ubica en Temperley, es en la calle General Paz, del Temperley de hoy. Pero el sótano encontró locación más apropiada en Nuñez. Una fábrica de muebles abandonada es el ambiente subterráneo en el que Ergueta y Barsut son encerrados.EN RODAJE. Afuera, la vida real acusa un verano de sensación térmica que supera los 35 oC. Desde la vereda de Freire al 3000 se vislumbra el movimiento del equipo de filmación. Desde un primer piso bajan por la escalera Ana Piterbarg, encargada de la dirección de la próxima escena a filmarse y los protagonistas: Pablo Cedrón, Marcelo Subiotto y Fabio Alberti. “Hoy terminamos con el sótano”, anuncia Piterbarg. “Vamos a hacer dos paradas con registro diferente”, agrega.
Comienza por el ensayo y luego habrá repetición de escenas para asegurarse los planos suficientes del mismo hecho. “Vamos sólo con texto sin mucha intensidad para poder hacerlo después”, pide Cedrón. Su sugerencia es un pedido de protección: su cuerpo, prestado para Barsut será golpeado y atado. Ergueta (Fabio Alberti) está en la cama. La acción violenta es entre Barsut y El hombre que vio a la partera (Subiotto).
Delante del lente habrá tres actores, detrás de cámaras hay once personas. Hay indicaciones de la directora hacia Cedrón y Subiotto y también se marcan lugares para microfonistas y cámaras.
Luego de la primera toma se ajustan los tiempos: “Fabio, contá hasta cinco antes de empezar tu texto”, precisa la asistente de cámara para dar tiempo a un cambio de toma.
Luego habrá otra toma más y un ajuste en sonido. Luego otra toma porque Cedrón acotó: “¿Acá hay un texto que tengo que decir, no?”Otra en la que Fabio Alberti propone un cambio de su texto que es acertado y aprobado. Una escena, que editada quedará en cinco o seis minutos, exige una hora y media de filmación hasta asegurarse que quede lo suficiente bien. La transformación del espacio en sótano provocó que todos los involucrados en la realización de esa escena permanecieran encerrados en la habitación de ventanas tapiadas que impedían el ingreso de luz “inverosímil” para un sótano. La recompensa fue el anuncio de almuerzo luego de un esperado: “Queda. ¡Terminamos!”
Ya se completaron tres meses de grabación, material que ya está en etapa de postproducción. Durante febrero se completarán las últimas semanas de rodaje. Aunque aún hay capítulos abiertos (restan escenas para grabar que completen el episodio) hay un gran porcentaje editado. “Es un policial atrapante. Impresiona mucho”, sentencia Alejandro Montalbán sobre lo que él ya ha visto. “Las escenas no tienen solamente una función narrativa como suelen tener en televisión.
Sino que además cada cuadro tiene una belleza buscada. Ana Piterbarg y Fernando Spiner son directores de cine y eso le aportó el cuidado estético, la preocupación por la belleza y la profundidad de cada imagen. Hay además un trabajo preciso en calidad de sonido, de tratamiento de color. Y a la vez tiene un ritmo televisivo atrapante, es muy seductora. Vi lo que será la primera semana de emisión y en esos primeros capítulos se abren puntas de una historia muy cautivante.
En chiste decimos que cuando nosotros (los del fervor arltiano de aquellas mesas en el café de la Biblioteca Nacional) estemos todos muertos a los chicos de la secundaria cuando estudien literatura argentina, en vez de darle la novela les van a pasar esta serie.”
El libro seguirá siendo el libro. Y la serie espera estreno para mediados de abril, hasta entonces los personajes de Arlt siguen teniendo voces, entornos y aspectos según la imaginación de cada lector.
En coproducción
La concreción de la realización de la serie se logró a partir de la coproducción y el trabajo conjunto entre la Biblioteca Nacional, La TV pública y Nombre Producciones Audivisuales. La Biblioteca Nacional centró su labor en la concepción artística general del proyecto, en la adaptación para televisión y en la supervisión del guión.
En tanto, la TV Pública aportó financiación, el equipo técnico, la escenografía y los decorados, el equipamiento técnico y compartió la producción con Nombre Producciones Audiovisuales, que contribuyó además con el guión y la dirección, el elenco, el diseño de vestuario y ambientación y la postproducción de imagen y sonido.
Fuente: Tiempo Argentino
