Recordamos a Evita – SATSAID
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Recordamos a Evita

Recordamos a Evita

Hoy, 26 de julio de 2013, se cumplen 61 años de la muerte de Eva Duarte de Perón, la mujer que se convirtió en un emblema nacional. Habrá actos, pronunciamientos y homenajes de distinto tipo. Nosotros elegimos recordarla con una columna de opinión que el historiador y ensayista Norberto Galasso publicó en la edición de hoy de Tiempo Argentino:

“El recorrido de la vida de Evita permite comprender las razones por las cuales, a 61 años de su desaparición física, su mención provoca aún el entusiasmo de todos aquellos que bregan por un mundo mejor; y, asimismo, continúa generando el odio de las minorías reaccionarias. Es decir, ella ha trascendido y sigue vigente porque es uno de los símbolos más contundentes del protagonismo popular en aquel pasado de hondas transformaciones.

Su nombre se asocia de inmediato al avance de los derechos de la mujer especialmente en la lucha por el voto femenino, a su representación de los trabajadores en el gran frente nacional, a su indignación ante la injusticia, a su preocupación por los desamparados, a su fidelidad con su origen popular, a su proclamación de que la raza de los privilegiados debe desaparecer. Su mención se relaciona con los barrios de viviendas populares, con los grandes policlínicos, con la preocupación por una niñez alegre y sana, con su postulación de una sociedad sin clases explotadoras y donde hombres y mujeres vivan dignamente, en plena solidaridad e igualdad.

No teorizó ella sobre estos temas, sino que entregó alma y vida para concretarlos. Ante tantos pseudo-revolucionarios conocedores de todos los textos clásicos leídos en lengua extranjera, ella se ocupó de asumir las tareas concretas –sólo eso, nada menos que eso– identificando siempre con claridad dónde estaba el enemigo que intentaba cerrar el camino al progreso nacional y social. Lo hizo con pasión, incluso con fanatismo, en una entrega total, hasta sus últimas fuerzas, en la convicción de que esa era su misión y que su ejemplo elevaría la conciencia revolucionaria de hombres y mujeres de su pueblo, que la recordarían –dijo– “mientras subsistiera alguna injusticia” y lo hizo con la certeza –como también lo dijo– de que ellos “recogerían su nombre y lo llevarían como bandera a la victoria”.

Por eso ha trascendido más allá de su muerte. Por eso ha reaparecido en cuentos como “Esa mujer” de Rodolfo Walsh, uno de los mejores de la literatura argentina; por la misma razón ha resurgido en la plástica (aún con estéticas diferentes como en Ricardo Carpani o Daniel Santoro) y en notables poemas como en Osvaldo Lamborghini (“Eva Perón en la hoguera”). Por la misma razón su retrato ha cobijado nuevas manifestaciones populares y su recuerdo alimenta los mejores sueños, aún en aquellos que no la conocieron.

Algunos la mantienen viva en los retratos de las villas, en los últimos rincones del país; otros encuentran en su imagen el fuego para continuar enarbolando proyectos de profunda transformación social.

No quiso ser “la Primera Dama” como tantas otras que pasaron al olvido. Prefirió que el pueblo la recordase simplemente como “la compañera Evita”. Y como tal continúa todavía en la lucha contra las desigualdades y las injusticias.”

Evita inmortal

Hoy se cumplen 61 años de la muerte de María Eva Duarte de Perón, a causa de un cáncer de útero. El deceso se produjo a las 20.25 del 26 de julio de 1952 y Evita tenía solo 33 años de edad. Al momento de su fallecimiento pesaba 38 kilogramos y tenía el mal, detectado dos años antes, ramificado por todo el cuerpo.

El 22 de agosto de 1951, en una multitudinaria concentración realizada en la Av. 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires, denominada “Cabildo Abierto del Justicialismo”, la C.G.T. y el Partido Peronista Femenino proclamaron la adhesión de Evita a la fórmula Perón–Eva Perón para las elecciones.

Pocos días después, el 31 de agosto, Evita anunciaba por cadena nacional de radiodifusión “su decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo” quisieron honrarla. El 11 de noviembre de 1951 la fórmula Perón – Quijano se impuso con el 62,49% de los votos, influyendo notoriamente en este resultado el nuevo sufragio femenino.

Eva, gravemente enferma, es internada y operada pocos días antes en el Policlínico Presidente Perón de Avellaneda, donde vota por primera y única vez, indica el Museo Evita. El 14 de noviembre de 1951, abandona el hospital. A pesar de sus esfuerzos por retomar la actividad, el deterioro progresivo de su salud impone un freno a su tarea.

El 4 de Junio de 1952, acompaña al Presidente en los actos de asunción de su nuevo mandato. Es su última aparición en público.

Tras una penosa agonía, el 26 de Julio de 1952 moría a los 33 años, en la Residencia Presidencial, en Buenos Aires. Fue un sábado frío y lluvioso en Buenos Aires.

Los teatros y los cines levantaron sus funciones y los grandes comedores bajaron sus persianas. El duelo oficial se prolongó hasta el 11 de agosto, cuando sus restos, embalsamados por el médico español Pedro Ara, fueron depositados en el edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Fueron 14 días de dolor y llanto, y más de dos millones de personas estuvieron presentes para darle el último adiós. La cureña con su féretro fue trasladado por obreros de la CGT, en una procesión cuyas imágenes en blanco y negro siguen impactando por el dolor, por la cantidad de gente, por la historia que contienen, afirma el Museo.

“Quedaba aún su viaje final, el calvario que recorrió su cadáver embalsamado, que de los honores recibidos en el funeral, propios de un jefe de Estado aunque Evita nunca tuvo cargo oficial alguno, pasó a ser albergado en la central obrera hasta 1955, cuando al caer derrocado Perón, fue secuestrado por la dictadura militar de entonces. A partir de allí, el ataúd recorrió la ciudad en una camioneta por más de un año; sin embargo, “misteriosamente”, siempre aparecían flores y velas en los lugares donde la estacionaban”, recuerda.

Su cuerpo fue mutilado y profanado y finalmente enviado clandestinamente a Italia. Estuvo enterrada, bajo un nombre falso, María Maggi de Magistris, durante 14 años, en el cementerio Maggiore, de Milán.

En 1971, el cuerpo le fue devuelto a Juan Domingo Perón en Madrid, que lo tuvo en su residencia. Llegó a la Argentina en 1974 y durante dos años permaneció en la Quinta presidencial. Finalmente, desde 1976, descansa en paz en la tumba familiar, en el cementerio de la Recoleta.

Hoy se la recordará con distintos actos. Uno se realizará a las 12 en el Cementerio de la Recoleta, donde descansan sus restos. Más tarde, a las 19, habrá una misa en la Catedral Metropolitana.

FUENTE: Crónica/Terra

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Redacción
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