“De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro.”
10 años pasaron ya desde que el Negro se fue con Mendieta, Inodoro, Boogie y tantas otras de sus creaciones a alegrar mundos desconocidos. Roberto Fontanarrosa, rosarigasino ilustre, fue uno de los más renombrados escritores e historietistas de la Argentina.
Popular, futbolero (fanático “Canalla”), lector y dueño de una lengua mordaz, nació un 26 de noviembre de 1944 en un hogar de clase media. Dibujante precoz, dejo la secundaria en tercer año y se anotó en un curso de historietista por correspondencia. Empezó su carrera en Hortensia, famosa revista cordobesa que nos hacia reír desde la primera a la última palabra, donde nacieron dos de sus personajes más recordados: Inodoro Pereyra y Boogie el Aceitoso.
Entre sus libros más exitosos están –además de los que tienen como protagonistas a los antes nombrados- El área 18, El mundo ha vivido equivocado, Los clásicos según Fontanarrosa y Best Seller (las aventuras del mercenario sirio homónimo). También incursiono en lo audiovisual como autor del guion de “Cuestión de Principios” de Rodrigo Grande, de la película Metegol de Juan José Campanella, los mediometrajes Tómalo con Calma y El vuelo de la Oca y los cortos Una historia de Tango, Los Duelistas y La Planicie de Yothosawa, además de películas basadas en su historieta Boogie el Aceitoso y en su versión del Martín Fierro.
En el 2004 realizo una presentación en el Congreso Internacional de la Lengua en Rosario que será recordada por los fanáticos y por los que no lo son. Defendió a las “malas palabras” -clásicas en gran parte de su obra- preguntando: “¿Por qué son malas las malas palabras? ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son de mala calidad, y cuando uno las pronuncia se deterioran?” para finalizar pidiendo una amnistía para ellas. Ni los más académicos y acartonados asistentes al famoso evento pudieron evitar la carcajada.
En sus relatos Rosario, el futbol, las minas y la mesa de los galanes del Bar “El Cairo” son personajes con vida propia. Trabajador incansable de la pluma, en 2007 cuando la enfermedad neurológica degenerativa que le diagnosticaron le impidió ya dibujar, continúo poniéndole imágenes sus ideas a través de las manos de sus grandes amigos dibujantes Oscar salas y Crist.
Cuenta una leyenda urbana que desde que el Negro comenzó a publicar su historieta diaria en la contratapa de Clarín, la gente empezó a leer el diario por la última página. Ya pasaron 10 años y parece que fue ayer… ¡Qué lo parió!, diría Mendieta.
