La muerte es una frontera, un punto que establece un antes y un despu\u00e9s, donde ir m\u00e1s all\u00e1 significa enfrentar la incertidumbre de un mundo que ha dejado de ser el que era, y volver hacia atr\u00e1s se convierte en un mero ejercicio de la melancol\u00eda puesta en acci\u00f3n. Todo eso puede ser cierto, aunque s\u00f3lo en parte: tal vez convenga pensar en la muerte como una nueva posibilidad. <\/p>\n
La oportunidad de pararse en ese punto no para mirar el pasado o el futuro de manera directa, sino para ver primero cu\u00e1l es el lugar exacto en el que se ha quedado, el presente, y reci\u00e9n entonces, sabiendo d\u00f3nde se est\u00e1, tomar del pasado aquello que sirva para intentar hacer del futuro un lugar mejor. La muerte de A\u00edda Bortnik, autora de cine, teatro y televisi\u00f3n, representa para las artes esc\u00e9nicas y audiovisuales de la Argentina exactamente esa posibilidad. Porque su trabajo represent\u00f3 un salto cualitativo, un punto de quiebre y no-retorno no s\u00f3lo dentro de la historia de su oficio, sino tambi\u00e9n en t\u00e9rminos pol\u00edticos. Su muerte permite comprobar que su vida y obra representan un ejemplo en el pasado que se puede verificar en el presente y, por lo tanto, una lecci\u00f3n para el futuro.<\/p>\n
Bortnik naci\u00f3 en Buenos Aires el 7 de enero de 1938 y fue reci\u00e9n a partir de 1972 que se dedic\u00f3 a la actividad sobre la que construir\u00eda una carrera y un prestigio notables. Cuando todav\u00eda se desempe\u00f1aba como periodista en diarios y revistas, comenz\u00f3 a desarrollar su trabajo de guionista de televisi\u00f3n, En 1972 ya escrib\u00eda libretos para ciclos de televisi\u00f3n, algunos de los cuales ella misma dirigi\u00f3. Trabajos suyos fueron editados en distintos pa\u00edses de Am\u00e9rica latina, Espa\u00f1a, los Estados Unidos, Canad\u00e1, Francia y Alemania, por universidades y revistas especializadas.<\/p>\n
Su primer trabajo para el cine fue la adaptaci\u00f3n de la novela La tregua, de Mario Benedetti, que dirigi\u00f3 Sergio Ren\u00e1n y que en 1975 se convirti\u00f3 en la primera pel\u00edcula argentina en ser nominada a los premios Oscar en la categor\u00eda Mejor Pel\u00edcula en Idioma Extranjero. Que La tregua haya competido y perdido con Amarcord de Federico Fellini, uno de los m\u00e1s importantes cineastas de la historia, no hace m\u00e1s que prestigiar su trabajo. Un a\u00f1o despu\u00e9s, con la llegada de la dictadura, Bortnik se exili\u00f3 en Espa\u00f1a. <\/p>\n
Un destino forzado que comparti\u00f3 con otros artistas que consiguieron escapar de esa cacer\u00eda humana que se extendi\u00f3 por siete a\u00f1os y se llev\u00f3 a 30 mil almas y mucho talento. Justo antes de que el terror acabara, Bortnik regres\u00f3 al pa\u00eds y fue parte fundamental del movimiento Teatro Abierto, una de las iniciativas m\u00e1s destacadas que un grupo de artistas sostuviera frente a aquel gobierno c\u00edvico-militar. Ya con la democracia instalada, fue autora del gui\u00f3n de La historia oficial, pel\u00edcula dirigida por Luis Puenzo que en 1986 conseguir\u00eda lo que se le hab\u00eda negado a La tregua, el primer Oscar para el cine argentino.<\/p>\n
Si bien es innegable que La historia oficial represent\u00f3 un punto de quiebre, tambi\u00e9n es cierto que lo fue m\u00e1s para el cine argentino que para Bortnik, una mujer activa para quien su trabajo significaba mucho m\u00e1s que la gloria transitoria de los premios. Su mencionada participaci\u00f3n en Teatro Abierto es una clara muestra de ello. <\/p>\n
Entonces no est\u00e1 mal recordar que Bortnik, ya en los \u201990, fue autora de los guiones de Tango feroz, Caballos salvajes y Cenizas del para\u00edso, las tres primeras pel\u00edculas de Marcelo Pi\u00f1eyro y tres de las m\u00e1s taquilleras del cine argentino en los \u00faltimos 20 a\u00f1os. No est\u00e1 mal recordar que en 1986 tambi\u00e9n fue nominada al Oscar en la categor\u00eda Mejor Gui\u00f3n Original por su trabajo en La historia oficial. Tampoco est\u00e1 mal destacar que desde ese a\u00f1o fue miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematogr\u00e1ficas de los Estados Unidos (la famosa Academia que entrega esos premios Oscar que tanto prestigio le dieron a ella). <\/p>\n
Nada de eso es ocioso si primero se recuerda que Bortnik fue una mujer que puso su trabajo y su cuerpo al servicio de intentar hacer del mundo un lugar m\u00e1s justo y, por eso, necesariamente mejor. Pero nunca de manera burda, sino con la potencia que s\u00f3lo el verdadero talento es capaz de transportar. Conscientes de esto, se puede mirar hacia adelante sin lamentar tanto su partida. Aun sabiendo que el mundo ya nunca ser\u00e1 el que era.<\/p>\n